Querido señor Darcy:
La única forma en la que reuno el suficiente valor para dirigirme a usted es esta, escribiendo sin que nadie sepa lo mucho que anhelo decirle frente a frente mis ganas absurdas, mis deseos irrefrenables, mis celos desbocados, incluso ahora deberia prestar atención a lo que se me explica pero mi mente me traiciona divagando en torno a su presencia y cuando no está me conformo con el recuerdo o la fantasía porque sí, cada vez fantaseo más y más, con besarlo, con fundir estos labios sedientos con los suyos, creo que me estoy obsesionando con esa imagen, un mísero beso y no quiero sonar prepotente pero los besos me sobran, me los ofrecen a menudo, sin embargo, yo solo quiero los suyos, con esos labios que cuando se curvan dejan ver la sonrisa que me cautiva, sus ojos tan cálidos hacen sentir que mi alma se desnuda, esos ojos capaces de apropiarse de mi alma solo con regalarme una de sus miradas.
No obstante, asumo que la realidad es otra, aunque a veces desearía poder vivir en la fantasia, me queda claro que no le intereso, usted fue franco en su mensaje, respeto su decisión. Y si esto que siento es amor, le juro que soportaré su indiferencia, que le regale sonrisas a todas las mujeres que desee y que sí le interesen, pero por favor le pido que me permita seguir soñandolo, no me quite eso, no me mate
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