martes, 20 de octubre de 2020

LA CUERDA QUE SE ROMPIÓ

 La cuerda que se rompió

Mi nombre es Susana, tengo 16 años y quiero suicidarme.

Cada mañana es demasiado aterradora desde que suena la alarma de mi móvil, mi corazón se acelera al saber que tengo que ir al instituto, mi infierno personal. Desde que todo empezó yo he cambiado, creo que mi propia familia también ha cambiado.

Salgo a la calle, me subo la capucha y camino por la acera mirando a cada uno de mis vecinos, ¡y creer que alguna vez me fascinó contemplar a la gente!, ahora la aborrezco, odio a la gente y no quiero que nadie se me acerqué, las personas son malas y me odian.

Antes de llegar al instituto, me escondo en la casa abandonada que está al frente, me acerco a la ventana y espero pacientemente hasta que todos entran. Luego, salgo me acerco a uno de los muros lo salto y entro antes que el profesor bajando la mirada durante el espacio que separa la puerta de mi lugar, cuando estaba a escasos metros de mi silla caigo de bruces al suelo.

-Que, puta mierda, ¿te agachas para buscar tu dignidad?, joder que venir sabiendo que nadie te quiere ver…

Sabía que no debía ir pero no me quedaba de otra, tenía que pasar los exámenes finales para aprobar sino nunca saldría de esta pocilga. Sin siquiera mirar a Max, intento incorporarme pero él me tira al suelo de una patada

-¿Quién te dijo que te podías levantar puta mierda?, yo seguía en silencio, lo único que hice fue quedarme ovillada en el suelo agarrándome el costado que me empezó a doler, aunque lo que más me dolía era que nadie hacía nada por ayudarme, unos se reían y los otros se hacían los desentendidos, son ese tipo de actitudes las que me hicieron perder la fe en las personas, al parecer la calidad y los valores humanos se han ido devaluando a lo largo del tiempo hasta llegar a este punto, mi punto en el que se me trata peor que a la escoria, entonces sucedió:

Max y sus compinches me empezaron a golpear y a golpear cada vez más fuerte, sin embargo todo lo que estaba pasando en ese momento se movía a cámara lenta y en un determinado momento dejé de sentir, mi cuerpo y mi mente dejaron de sentir dolor, acababa de perder el conocimiento.

Lo que pasó después no lo tengo muy claro, solo sé que la visión me falla, los músculos no me responden aunque si siento una ligera humedad en mi brazo, trato de mover la cabeza y miro con sorpresa que a mi lado está una de los chicos de segundo de bachillerato con sus ojos llenos de lágrimas pidiéndome que no me vaya, que me aferre a la vida, quería decirle que no se preocupara por mí que ya nada importaba pero las palabras no me salían con claridad de mi boca, entonces el aferró mi mano con más fuerza.

-Susy escúchame, tienes que quedarte, tienes que demostrarles a esos imbéciles que eres la persona más fuerte, inteligente y bella que conozco, no me puedes dejar, ¡joder!, no debí haber llegado a segunda hora hoy, debí llegar pronto para defenderte.

Y así fue como las palabras soeces de un chico que no sabía quién era, volví a tener fe en el género humano.

Cuando volví a despertar, estaba en una camilla de un hospital, tenía mucha sed y sentía que me dolían todas las costillas, me giré buscando el botón para llamar a la enfermera, sin embargo no fue necesario hacerlo, alguien, el misterioso y desconocido chico me acercó una pajita a los labios y yo bebí en silenció mirando hacía el suelo.

-¿Te sientes bien Susy?, ¿te duele algo?, le dije que estaba bien y que me dolían las costillas sin levantar la mirada, él puso su mano con tanta delicadeza (como nunca nadie lo había hecho desde que era niña) en mi barbilla levantando mi mentón para que lo mirara a los ojos

-Susy, no tienes que temer nunca a nadie, ellos no son mejor que tú, nadie es mejor que nadie y ya es hora de que te des cuenta, ¡por Dios!, mira cómo te dejaron esas blenorragias. No sé porque pero su vocabulario me hizo soltar una carcajada

-¿Qué te resulta gracioso?, se veía mucha curiosidad y precaución en sus ojos

-Tu vocabulario me hace reír, me sorprende que puedas usar un <<joder>> para pasar a algo tan diferente como <<blenorragia>>, él sonrió y me regaló una media sonrisa

-Mi vocabulario de insultos es bastante amplio, pero no quiero cambiar de tema, ¿desde cuándo Max te hace esto?, hace dos semanas te vi entrar por el muro así que intuí algo por lo que le paré los pies pero…con esa afirmación de su parte me quedé estupefacta, efectivamente hacía dos semanas Max no me atacaba físicamente, ¿y todo era gracias al chico de ojos de gato?

-¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué te importo tanto si ni siquiera nos conocemos?, él soltó una risa amarga, se tiró del pelo, me dio la espalda y volvió a mirarme

-¿Es que no te das cuenta del poco criterio que tienes de ti misma?, es cierto no nos conocemos pero eso es solo porque te has empeñado en menospreciarte, en fingir que no existes pero lo cierto es que no hay nada más real que tú, me encantaría ver de nuevo una sonrisa en tus labios, me encantaría que vivieras. Al oír al <<chico gato>> (bueno, vale no sabía su nombre así que no podía llamarlo de otra forma) me di cuenta que él tenía razón, ya era hora de tomar las riendas de mi vida

-Agradezco tu sinceridad, creo que lo necesitaba, aunque lo que me estás pidiendo es algo que tardaría en hacer, llevo mucho tiempo sin tener a alguien que se preocupe por mí y eso ha hecho que mi autoestima caiga por los suelos

-Susy, Susy mi Susy, cuando él me dijo eso mi corazón reaccionó sobresaltándose, ese chico desprende tanta calidez que te hace sentir la persona más segura, pero ese sobresalto se convirtió en arritmia cuando él se acercó a mi rostro, me acarició los pómulos y empezó a besar cada moratón de mi mejillas

-Susy, ¿de veras no te das cuenta que aunque el mundo te ignore a mi si me importas?, tú no te has fijado en mi pero yo en ti sí, sé que te gusta la literatura, que te irrita la gente levante la voz, sé que tus ojos son diferentes, más oscuros y profundos cuando ves algo que te importa, no sabes cómo echo de menos esa mirada y sobretodo sé que estuviste a punto de tirar la toalla o por lo menos eso pensabas esta mañana por eso no gritaste o pediste ayuda cuando esos inhumanos te golpeaban, ¿querías que todo acabara, a que si?, al oírlo en voz alta me resulto la cosa más cobarde, sin poder evitarlo bajé la mirada y empecé a llorar, lloré todo lo que llevaba guardado, él, mis ojitos de gato me abrazó acurrucándome en su pecho

-Shhh, ya pasó estoy aquí y así entre los brazos de él me quede dormida después de lavar mi alma

(Una semana después)

Hola me llamo Susana y quise suicidarme. He aceptado lo evidente: era víctima del bullying y no porque ellos me maltrataron física, verbal y psicológicamente sino porque se los permití, mostré inseguridad y perdí mi amor propio, lo más irónico es que mis acosadores tenían menos amor propio que yo, lo descubrí cuando los denuncie, en el fondo lo sabía, su carencia de autoestima los obligaba a exteriorizar sus propios miedos mostrando un rostro que no es el suyo para agradar entre los demás. Gracias a Miguel <<mi ojitos de gato>> descubrí que el miedo no existe, es algo que creamos como excusa para no salir de nuestra zona de confort, para no sentir, para no vivir. Ahora vivo, he liberado mi verdadero yo que me ayudó a enfrentar a Max que al final no era más que un niño lleno de miedo maltratado por su padre, no justifico lo que me hizo a mí y a otros pero saber que él vivía en su propio infierno me hizo sentir empatía por lo que pude por lo menos no odiarlo.

He sanado mi corazón  y ahora ayudaré a mis padres a que se den cuenta que no son felices juntos, no se aman, dejaron de hacerlo pero como muchos sabemos no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor. Así que solo me queda esperar que se rompa la cuerda entre ellos como la que se rompió en mi interior, para así ayudarlos a unir sus trozos apagados y terminar con mi recuperación.

<<Para todas las víctimas del acoso escolar: Siempre hay una salida>>

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