Querido señor:
Con la presente carta quería abrir de alguna forma mi alma. ¿No le parece esto
demasiado absurdo?, quiero decir, a menudo me he mofado de que considero esto una
pérdida de tiempo puesto que tengo la sensación de que mi alma es demasiado oscura
como para sentir algo tan puro como lo es el amor. Sin embargo, aquí me tiene ante una
pantalla escribiendo todo lo que usted provoca en mí, porque así es, usted es la única
causa de mi falta de sueño, mi melancolía, mi evidente falta de elocuencia a la hora de
hablarle en persona y por supuesto de esa bandada de sentimientos que me son de los
más novedosos
Disculpe si mis celos me hacen perder la poca cordura que poseo, pero entiéndame, no
me resulta nada agradable ver cómo regala sus sonrisas, a cualquier otra que no sea yo.
Espero no me malinterprete, no soy una de esas que convierten el objeto de su amor en
una propiedad, sólo que quisiese ser el motivo de sus sonrisas
Llegados a este punto, ya debe sospechar cual es el objetivo de mi carta, no obstante,
por si acaso hubiese alguna duda seré lo más directa posible: quiero decirle que lo amo,
con todo lo que puedo ser y ofrecer, con mis celos, mis inseguridades, con mis defectos,
con mi boca, mis labios y mi cuerpo. Debo añadir que no espero que se sienta obligado
a responderme, hasta para eso soy evidentemente demasiado mezquina. Le hablo de mis
sentimientos porque ya no los soportaba en mi interior y si seguía ocultándolos acabaría
exteriorizarlos de la manera más inadecuada.
Mi querido amado amante, después de esto seguramente me limitare a evitar mirarlo a
esos ojos en los cuales llevo perdida desde que lo conocí. Así que supongo que vendrá a
visitarme en las noches, mintiéndome como siempre, dándome en un beso todo excepto
a usted, metiéndose en mi sangre como solo usted sabe hacerlo y en el momento en
donde el placer culmina despertándome a la realidad en donde solo lo tengo a través de
los sueños
Acercarme a usted a diario es un auténtico suplicio, mirarlo sabiéndome pérdida me
provoca tal desasosiego que por eso intento distraerlo hablando de cosas de lo más
extravagantes las cuales lo hacen regalándome su risa, un sonido que he empezado a
valorar y apreciar
Así que mi querido señor me despido deseándole solo buenos deseos y esa felicidad que
se merece. Y es que esta mujer que le escribe aquí es la misma que le regaló la luna, la
misma que ha inspirado a tantos poetas y que me inspiro a mí a lo largo de todo esto que
acaba de leer. Yo ya no tengo remedio y esto que siento me lo llevare a donde vaya, se
ira conmigo el día que deje este mundo y téngalo por seguro es usted verdaderamente
algo maravillo, gracias de verdad por despertarme de mi letargo y permitirme ser una de
esas pocas afortunadas personas que conocen el amor.
Esto no se cuantifica, así que lo diré sin más: Lo amo de aquí a lo que dure mi
existencia creo que es lo que mas se acerca a la magnitud que existiese le daría a
entender cuan grande es esto que siento por usted
Suya, aunque no quisiera y como quisiera serlo
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